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Microrrelatos con champagne: Mi regalo de cumpleaños

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“Seafret, Atlantis”

¿Y qué valoración hacía de otro año que pasaba? Antes de soplar las velas hubiera pensado que aquella era la misma tarta de siempre. En el mismo lugar, con la misma gente, pero no con las mismas ganas, pues era como si ya supiera que después de soplar la partiríamos en igual número de partes que de personas y nos la comeríamos deseando que hubiese para repetir. Todos me felicitarían, me gastarían aquella broma de untarme la nariz con merengue y alguien descorcharía una botella de champagne para pedir un brindis y cederme la palabra, pero ya lo había vivido. Yo mismo prendí fuego a las velas y cerrando los ojos paré el tiempo para pedir un deseo, pues con la práctica había adquirido esa habilidad.

  • ¡Pero esto es algo maravilloso! –dijo de repente una voz en mi cabeza– pues, ¿quién es capaz de controlar el tiempo?
  • ¡Es verdad! –respondí acto seguido a mi pensamiento con tono asombrado, pues nunca antes me había fijado en aquel poder–.

Tardé unos segundos en reaccionar hasta que supe que podía moverme por la habitación y nadie se daría cuenta. Ahora podría devolverles la broma y untarles la nariz a todos antes de que despertaran; también podría llenar la habitación de confeti, o esconder la tarta, ¡podía hacer tantas cosas! Salí de mi cabeza hacia aquel lugar donde todo el mundo me miraba y soplé sin pedir un deseo, pues preferí guardarlo para cuando lo necesitara. Entendí que no se celebraba otro simple año que pasaba, y que las canas son en realidad prolongaciones de nuestras neuronas que a falta de espacio buscan un lugar más cómodo, ya sin la vergüenza. Sólo pude no hacer nada, y agradecer a todos por haber venido.

Microrrelato escrito por Thinking Lola

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