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¿Sabes cuál es el trabajo del viticultor?

A menudo nosotros sólo vemos el resultado final cuando descorchamos la botella, pero el viticultor trabaja duro durante todo el año para que tanto la uva como el vino producido sean de la mejor calidad posible. De él, en gran parte, aunque también del enólogo y de todos los trabajadores que participan en el proceso desde el mantenimiento de las viñas hasta la elaboración y producción, dependerá el resultado final. También hay factores externos importantes como las lluvias o las temperaturas de cada año que influirán en la calidad de la cosecha, y por lo tanto del vino.

En el mes de OCTUBRE y, tras finalizar la vendimia, se procede a la vinificación de la uva recogida. También es el momento de aportar al suelo los nutrientes orgánicos y minerales necesarios para evitar posibles carencias en el crecimiento de las viñas de cara a la siguiente cosecha, y se cubren sus pies con tierra para protegerlas de las heladas invernales. Las hojas empiezan a cambiar a un color otoñal, rojizo, dejando bellos paisajes que nos anuncian la llegada del frío.

En el mes de NOVIEMBRE se procede al asamblaje o mezcla del zumo de las diferentes uvas ya fermentadas en búsqueda de las características seleccionadas por el enólogo. En el campo se prepara el terreno para la poda por lo que se descienden los alambres que guían a la viña durante su crecimiento y se prepara el nuevo balizaje.

Entre los meses de DICIEMBRE-ENERO y una vez terminada la caída de las hojas, los viticultores realizan la poda, que se suele comenzar a mediados de noviembre. Este trabajo es el más largo, pero también el más importante para el buen desarrollo de las viñas.

Hacia el mes de FEBRERO hay que deshacerse de todas las ramas y sobrantes en el proceso de poda, que serán aprovechados para el aporte de nutrientes al suelo. Esto se puede hacer de dos formas diferentes: bien por la quema de esta materia, lo que aportará minerales al terreno, o bien por el astillado de la misma, lo que aportará materia orgánica.

Hacia el mes de MARZO, y una vez que la parcela está tallada, hay que actualizar el balizaje y arreglar o restaurar el que se ha dañado, bien por la intemperie o bien por las máquinas usadas para el arado y trabajo del terreno. A partir de este mes la viña sale de su “sueño invernal” y comienza un nuevo ciclo vegetativo. El viticultor debe entonces adaptar su trabajo tanto al ritmo de crecimiento como a las condiciones climáticas.

Hacia el mes de ABRIL crecen los troncos principales haciendo aparecer las futuras ramas y las hojas. Es un periodo delicado debido a la sensibilidad a las heladas de primavera. También es el momento de “descalzar” la viña, es decir, desenterrar el pie y aplanar el terreno para poder arrancar las malas hierbas que hayan podido aparecer durante el invierno.

Hacia el mes de MAYO se produce la floración y el viticultor debe seleccionar las ramas que serán útiles para la producción de una uva de calidad. Estas crecen aproximadamente unos 10 centímetros diarios por lo que hay que actualizar las balizas regularmente debido a su rápido desarrollo.

Hacia el mes de JUNIO continúa la floración y la viña entra en su ciclo reproductivo. Este es un periodo clave que influye directamente en la cantidad de uva, en su calidad y en la fecha de vendimia, y depende mucho de las condiciones climáticas. El frío y las precipitaciones durante la polinización pueden influir negativamente.

Hacia el mes de JULIO, y una vez la floración se ha terminado, las flores se convierten en bayas. A partir de aquí el viticultor ya se puede ir haciendo una idea de la fecha de vendimia y se va aclarando la viña para seleccionar los mejores racimos. Durante este periodo la uva también es muy sensible al ataque de hongos y otras enfermedades por lo que se debe asegurar una protección fitosanitaria suficiente, pero no excesiva, limitando los tratamientos a los estrictamente necesarios.

Hacia el mes de AGOSTO es la época en la que la uva cambia de color y empieza a madurar. También los ramilletes de los racimos cambian de color pasando de verde a marrón, y se realiza un segundo aclarado quitando los que no han madurado de forma homogénea. En esta fecha ya está todo preparado de cara a la vendimia.

Hacia el mes de SEPTIEMBRE se realiza la vendimia, donde se ven los resultados de todo un año de trabajo. La selección exacta de su inicio es la preocupación principal para el viticultor, que deberá asegurarse de que la uva esté lo suficientemente madura, sana y sin enfermedades. Esta decisión no es fácil ya que nada tiene que ver la cosecha de un año para otro, y cada millésime es un caso particular. Se realizan constantes controles de madurez y degustación de bayas a un ritmo rápido, y la vendimia dura de una a tres semanas, dependiendo del tamaño de la bodega y de las condiciones meteorológicas.

Hay que tener en cuenta que las fechas no son exactas y pueden haber variaciones importantes en función de la zona geográfica, del tipo de uva cultivado, de la añada o del tipo de vino que se quiera producir, por lo que este esquema cumple con el objetivo de proporcionaros una idea general de todo el proceso y trabajo del viticultor, pero no de ser una reproducción invariable e inflexible del mismo.

Esperamos que a partir de ahora sepáis valorar todo el trabajo que hay detrás de una simple botella de vino, al que no siempre se le da la importancia que se merece.

Nos dejéis de seguirnos porque pronto volveremos con mucho más, ¡hasta la próxima!

Artículo escrito por Thinking Lola

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