Un crémant para mi postre: ¡me encanta!
Aunque muchas veces se tiende a asociar automáticamente el vino espumoso con el postre, lo cierto es que cada vino posee unas características diferentes que lo hacen mejor compañero de uno u otro tipo de comida. Un acierto puede hacer que un plato normal sea un muy buen plato y, de la misma manera, una mala combinación puede estropear una comida con estrella alterándonos sus aromas y sabores, lo que sería una verdadera lástima. Por eso vamos a daros algunas recomendaciones a tener en cuenta si lo que queréis es acompañar vuestro postre de un vino espumoso, ya sea blanco o rosado.
La primera y más evidente es tener en cuenta la cantidad de azúcar contenida en el licor de expedición que, si recordamos, era el que se añadía al vino espumoso una vez realizada la segunda fermentación y justo antes de ponerle a la botella el corcho definitivo. Tras esto, el vino quedaba clasificado en varios tipos según su concentración de azúcar (brut nature, extra brut, brut, extra seco, seco, semiseco y dulce). Los postres más dulces como por ejemplo una tarta de cumpleaños con merengue, en general, se tomarán mejor con un vino tendiendo más a los últimos de la lista; cuanto más dulce sea el postre, más dulce será el vino, de lo contrario se nos acentuará el sabor amargo en boca haciendo que el mejor espumoso pueda parecer uno del que no querréis volver a oír hablar.
Otra recomendación es elegir uno u otro vino según el tipo de uva: los hay que proporcionan aromas muy afrutados, otros con marcadas notas a mantequilla o pan brioche, etc. Si lo que queremos es acompañar, por ejemplo, una tarta de queso a la que se le ha añadido por encima mermelada de fresa, o de frutos rojos, buscaremos una uva que recuerde a este tipo de fruta como puede ser el pinot noir, característico sobre todo de las regiones de Borgoña y de Champagne. O el chenin, si lo que queremos es acompañar una tarta tatín, ya que esta uva presenta sabores bien definidos a fruta blanca, como la pera o la manzana. Pero la combinación podría ser infinita, no llegando a terminar el artículo antes de que nos quedáramos durmiendo todos. Y eso es lo mejor de la cocina: que no se acaba nunca.
Sin embargo, no podemos olvidar que estas recomendaciones son sólo unas reglas generales y que, por supuesto, cada vino es un mundo diferente por lo que sois vosotros mismos los que tendréis que empezar a experimentar con los aromas y sabores para, poco a poco, convertiros en vuestros mejores consejeros.
Y por último y, como regla más importante, os diría que ¡no hay reglas que valgan! Si habéis encontrado una combinación que os gusta, aunque os digan lo contrario, ¡seguid disfrutándola!
Esperamos que después de leer este artículo se haya activado en vuestra cabeza el “buscador de fechas” para vuestro próximo postre con vino, ¡no dejéis de seguirnos en Thinking Lola!
Artículo escrito por Thinking Lola