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La oxigenación del vino y el uso del decantador

Seguramente alguna vez nos hayan invitado a cenar en casa de unos amigos, e incluso en una comida familiar donde alguien abrió una botella de vino, la trasvasó a un decantador y dejó el vino sobre la mesa. Otras veces, en cambio, hemos podido ver cómo simplemente con abrir la botella un rato antes de que sea degustada es suficiente para sacarle todo su potencial pero, ¿cuándo hago una cosa y cuándo la otra, y por qué?

Pues bien, normalmente un vino joven recién descorchado se dice que es un vino “cerrado”, en el que destaca fuertemente su estructura tánica que puede llegar a ser un tanto desagradable, y una primera nariz alcohólica con aromas propios del vino poco expresivos. En presencia de oxígeno irán desapareciendo estas notas alcohólicas e irán apareciendo las características propias de cada uno: a fruta madura, vegetales, etc., en un proceso de aireación; se dirá entonces que el vino se ha “abierto”. El extremo opuesto a un vino cerrado es un vino “oxidado”, estado que aparece tras un excesivo periodo de oxigenación y en el que se van cambiando los aromas agradables por otros que no lo son tanto, como notas metálicas y sabores agrios. En cuanto al tiempo de aireación, no hay ninguna regla que determine el tiempo exacto pero con 30–45 minutos es generalmente suficiente.

En el caso de los vinos más viejos, grandes reservas de más de siete años, suelen ser más delicados y no necesitan tanta presencia de oxígeno como los más jóvenes. En este caso, el principal motivo por el que decantar un vino será el de separar, en la medida de lo posible, el vino de los posos que hayan podido aparecer con el tiempo. Para ello se recomienda dejar la botella en posición vertical durante al menos una hora haciendo que los restos se posicionen en el fondo, para luego decantar cuidadosamente el vino. Incluso, será frecuente encontrar grandes reservas que se consuman inmediatamente tras su decantación, sin necesidad de esperar un tiempo de oxigenación.

Es por ello que existen dos tipos de decantadores diferentes: uno con la base más ancha para los vinos jóvenes, lo que proporciona una gran superficie de contacto con el oxígeno; y otro con la base más estrecha para los vinos más viejos, lo que evitará su excesivo contacto con el oxígeno.

Tampoco se nos puede olvidar matizar el hecho de que no sólo se pueden decantar los vinos tintos, sino que la expresividad de algunos blancos, por ejemplo, también se verá mejorada tras este proceso de aireación.

Esperamos que hayas disfrutado con otra más de nuestras curiosidades y que estés impaciente por leer nuestra siguiente publicación. ¡Hasta muy pronto vinéfilos!

Artículo escrito por Thinking Lola

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