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Las dos formas de elaborar un vino rosado

Aunque existe una gran diversidad de vinos rosados diferentes y podríamos entrar a describir muchos más detalles, sólo hablaremos a nivel general de cuáles son los dos métodos por los que se puede llegar a obtener este tipo de vino.

Uno de ellos, el más utilizado actualmente, consiste en prensar la uva y dejar el mosto en contacto con la piel y los huesecillos durante unas cuantas horas. Cuanto más tiempo permanezcan en contacto, el vino rosado tendrá un color más oscuro y unos aromas más tendentes hacia la fruta roja; y a la inversa, cuanto menos tiempo permanezcan en contacto, será más claro y con aromas más parecidos a los de un vino blanco tendentes hacia la fruta blanca y los cítricos.

La otra forma de elaborar un vino rosado, y que cada vez se usa menos, es produciendo un mosto para vino blanco y mezclarlo con un poco de mosto de vino tinto. Esto quiere decir que se prensará la uva y se separará automáticamente de los hollejos para evitar que coja color como en el caso anterior, y se mezclará con el mosto de una uva que se ha dejado macerar junto con la piel y los huesecillos para la elaboración de vino tinto; luego se añadirá una pequeña proporción de este último al primero para la obtención del vino rosado en función de las características que busque el enólogo.

Generalmente, aunque no exclusivamente, el vino rosado está hecho con uvas tintas como son la Garnacha, Syrah, Cariñena, etc., que variarán de una región a otra así como las características de cada vino. Además, suelen ser jóvenes y envasados rápidamente tras la fermentación para evitar que pierdan su frescura característica, no pasando por un periodo de envejecimiento en barrica como el vino tinto o algunos vinos blancos.

Una vez más esperamos que os haya gustado y nos despedimos con un “hasta la próxima”. ¡Pronto volveremos con más!

Artículo escrito por Thinking Lola

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