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Microrrelatos con champagne: El valor de las cosas

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“Haux, Seaside”

Hay heridas que el champagne no cura, más que el tiempo; apagué la luz y puse música de fondo para no escucharme, aunque no podía cerrar los ojos sin llegar a marearme.

  • ¿Sabes cómo damos valor a las cosas? –me dije a mi mismo, aunque parecía tener dos memorias que no se recordaban, pero se escuchaban la una a la otra como si la conversación se tornara interesante–.
  • Claro, por comparación –¡qué pregunta más tonta!, pensé–.
  • Sí, ¿pero por comparación de qué? –me respondí rápidamente, como si me recriminara el haber reflexionado poco mi respuesta–.
  • Por comparación con lo que tienes, y con lo que tienen los demás –puntualicé para que no quedara duda de que aquello era un “depende”, y lo sabía–.
  • ¡El tiempo es la clave! –me volvió a dirigir la palabra elevando el tono; parecía ofendido por no haber reparado en ello antes, y prosiguió con su discurso–: un viaje no cuesta dinero, cuesta el tiempo que tardas en conseguir el dinero necesario para hacerlo. Un coche, una casa; aprender un oficio, o formar una familia, nada cuesta dinero, sino tiempo; el dinero no vale nada.
  • […]
  • Y también aprender a controlar el tiempo cuesta tiempo, aunque no te des cuenta. Estás más cansado de lo habitual cuando las cosas no te gustan: apagas la luz, pones música de fondo y te acuestas. Y te duermes enseguida, porque sabes que mañana las veras de otra manera. Puedes quedarte durante horas mirando al vacío recordando un buen momento en el que parece que vuelves a estar viviendo: te miras el reloj sin centrar la vista y si, cada diez minutos el reloj se atrasa justo diez minutos, como por arte de magia. Y entonces, ¡eureka! Te das cuenta de que puedes alterar recuerdos a tu antojo; de que puedes inventarlos, ¡y sentirlos! Te das cuenta de que puedes vivir todas las vidas que te plazcan, ¡de verdad! ¿Y no será eso a lo que llaman universos paralelos?¿No serán eso verdaderos viajes en el tiempo?¿Y por qué no? Es entonces cuando dejas de preocuparte por lo que será de ti mañana, porque sabes que estarás en cualquiera de tus mundos; en cualquiera en el que te apetezca. Y es entonces cuando aprendes cómo damos valor a las cosas. Es entonces cuando lo importante ya no importa, porque sólo importa el tiempo y poco más. Y una vez más el tiempo es la clave.

Desde luego cómo discutir ese argumento, con lo bien que lo pintaba. Apagué la música y me preparé para una aventura, pues en un instante había pasado de querer despertarme mañana a desear no hacerlo nunca; y quizás sea así como nos vamos yendo, aunque sólo estemos cambiando de prioridad.

Microrrelato escrito por Thinking Lola

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